El origen de la famosa frase
“mostrar la hilacha” tiene sus raíces allá por el medievo, época en la que se
perseguía a todo aquel que no fuese católico apostólico romano. Por eso, los
ateos y judíos eran acusados de herejes, juzgados y pasados por la guillotina,
o quemados en la hoguera. Mucha gente murió por ser fiel a sus convicciones y a
su fe, y cuando esto ocurría, morían orgullosos de sus creencias.
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